• enero 15, 2014
  • La Mitología
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Desde la más remota Antigüedad, los Humanos han mirado al cielo con temor y prevención.

Incapaces de poder imaginar la mecánica celeste, e indefensos ante los elementos, supusieron que nuestro Destino estaba escrito en los astros.

El análisis del movimiento del Sol y los planetas les ayudaba a conocer la sucesión de las estaciones y descubrir los momentos más idóneos para la siembra o para la cosecha.

En este capítulo recogeremos las leyendas relativas al cielo de todos los pueblos de la Tierra y la forma en que estas tradiciones moldearon sus culturas.

Hoy sabemos que los astros son objetos materiales que siguen órbitas matemáticamente definidas. Sabemos que el futuro está en nuestras manos y depende en gran parte de la voluntad y el esfuerzo propios.

Nuestra fundación ha tomado el nombre de una Inmortal celeste, la diosa Aurora.

Los griegos la llamaban Eos, la diosa de la aurora, la que todos los amaneceres se levanta de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los hombres, la que nos anuncia la llegada de su hermano Helios, que conduce el carro del Sol.

Cuando Anita nos cuente la Historia de los Héroes, nos dirá repetidas veces que siempre que estemos tristes y desanimados, esperemos la llegada del nuevo día, a que la diosa Aurora nos traiga de nuevo la luz y disperse la oscuridad que nos ofusca.

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